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Subject: DEBATE
Date: Wed, 31 Aug 2011 12:56:54 -0500
DEBATE
Por Roberto Desachy Severino
http://robertodesachydebate.blogspot.com/
Eduardo Rivera y Rafael Moreno Valle, vecinos cada vez más distantes
El regaño público que lanzó el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas al edil Eduardo Rivera Pérez el martes pasado, al acusarlo de que su ayuntamiento no ha puesto un solo peso para las obras que la administración estatal ejecuta en la ciudad, representa uno de los más rápidos y evidentes rompimientos entre un mandatario y un presidente municipal de la capital.
Veamos la historia reciente: Manuel Bartlett Díaz toleró a Rafael Cañedo Benítez (q.e.p.d.), pero le quitó los recursos, las atribuciones legales y hasta lo dejó como figura decorativa del programa de Desarrollo Regional Angelópolis, que fue el aplicado en la capital y el creador del Centro de Convenciones, Paseo San Francisco, centro comercial Angelópolis, etc.
Luego, Manuel Bartlett ahorcó financieramente al primer edil del PAN, Gabriel Hinojosa Rivero, quien se pasó 3 años peleando por recursos y quejándose del dinosáurico ex gobernador de Puebla, con el que nunca pudo alcanzar un acuerdo de sana convivencia política e institucional, ya que al panista le pasó de noche la administración pública y el priísta estaba más ocupado en su locura personal: la candidatura presidencial del PRI en el 2000.
MELQUIADES MORALES, LA TIBIEZA
Melquiades Morales Flores toleró a Mario Marín Torres, al que no quería como su compañero de fórmula en 1998, ya que prefería a Víctor Hugo Islas Hernández. Pero Manuel Bartlett se emperró en imponer a Mario Marín y logró hacer que su ex pupilo ganara la contienda interna, aunque después el melquiadismo vivió una relación de tibieza, frialdad y distanciamiento con el entonces creciente marinato.
Con Luis Paredes Mocteztuma, segundo alcalde panista de la capital (curioso: Mario Marín Torres nunca logró que su sucesor en los cargos de elección popular que ocupó fuera alguien emanado del PRI) Melquiades Morales fue excesivamente tolerante, dejó que hiciera sus ocurrencias con la ciudad y hasta forzó a sus diputados locales del PRI a aprobarle maniobras sospechosas, como la privatización del alumbrado público con Citelum.
MARIO MARÍN, EL AUTORITARISMO Y LOS CELOS POLÍTICOS
Mario Marín y Enrique Doger fueron amigos…hasta que se disputaron la candidatura del PRI al gobierno en el 2004 y rompieron. Desde la campaña, Marín Torres dijo que como compañero de fórmula habría preferido a Valentín Meneses o a Mario Montero Serrano, mientras que Doger Guerrero amagó con renunciar a la postulación por la alcaldía pocas semanas antes de la jornada electoral.
Sin embargo, durante el 1er año de las gestiones de ambos, antes del caso precioso o el lydiagate, ambos llevaron a cabo varias obras de importancia en la ciudad y Marin Torres se aparecía por las inauguraciones de los puentes dogeristas cada vez que era invitado y hasta aportaba dinero para los mismos.
Llegó el caso preciosogate, Doger Guerrero se peleó con el hijo putativo de Mario Marín, Javier López Zavala y el ex gobernador se dedicó a ahorcar financiera, mediática y políticamente al ex presidente municipal, aunque en ocasiones lograron ponerse de acuerdos en algunos temas, como en apoyar la campaña de Blanca Alcalá en el 2007 o en la aprobaciones de dos de las cuentas públicas dogeristas.
Con Blanca Alcalá la relación fue peor. Marín Torres vio a los dos ex ediles como un obstáculo para su locura (proyecto transexenal) y sintió pasos en la azotea cuando la primera mujer presidenta municipal de la capital comenzó a tejer relaciones políticas importantes con personajes como Emilio Gamboa, Rosario Robles, etc.
Tibia, cantinfleante, titubeante y poco arrojada, Alcalá Ruiz quiso que la candidatura del PRI al gobierno le cayera del cielo – como le ocurrió con la de la alcaldía de Puebla en el 2007 – y fue de las primeras en deponer sus aspiraciones al gobierno y apoyar al delfín marinista, Javier López Zavala, aunque vendió barata su capitulación (la aprobación de solamente una de sus cuentas públicas).
Eduardo Rivera y Rafael Moreno Valle, cada vez más distanciados
Moreno Valle no quería a Eduardo Rivera como compañero de fórmula, prefería a Enrique Doger o a Amy Camacho, pero el Yunque (Juan Carlos Mondragón, Jorge Ocejo Moreno, etc) se le impusieron y le colocaron como cuña al ineficiente e inexperto ex dirigente estatal del PAN que perdió las elecciones en el 2004.
Rivera Pérez ganó con 300 mil votos su elección gracias al antimarinismo y a la ola morenovallista que lo arrastró con ella, pero su primera declaración como edil electo fue que no le debía nada al hoy gobernador y tampoco al presidente Felipe Calderón. Después, sin consultarlo con el gobierno, anunció que haría su programa Mil Calles con fondos de la administración estatal, que tardó poco o nada en desmentirlo.
Ya en el ayuntamiento, Rivera Pérez operó sistemáticamente contra Moreno Valle en la elección del Consejo Estatal del PAN y en los plebiscitos de las juntas auxiliares, además de que es público que los regidores lalistas, como David Méndez, Arturo Loyola, Matías Rivero, Jaime Zurita, entre otros, son los que de manera permanente critican las propuestas o proyectos del gobierno.
Por si fuera poco, el edil le dio cuerda a David Méndez y a un grupo de opositores al Viaducto-Zaragoza, para que se manifestaran contra ella. Generó especulaciones graves sobre la ilegalidad de los permisos de obra otorgados por su misma gestión a Moreno Valle y activó los cuestionamientos al proyecto.
Y Moreno Valle le responde denunciando públicamente que el ayuntamiento de Puebla no lo apoya en las obras que hace su gobierno en la ciudad, criticando a los presidentes municipales que carecen de proyectos reales (como Eduardo Rivera) e ignorándolo en sus giras de trabajo por la ciudad.
Y apenas van 8 meses.
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